"Estamos asistiendo al hundimiento de un mundo, están a punto de desatarse fuerzas inmensas"
Jon Bernat Zubiri Rey y Alejandro Quesada Solana
Rebelion
mar, 01 ene 2013 14:20 CST
Enlace a la entrevista en catellano traducida para Rebelión
La Troika, su representante institucional, oculta bajo su rostro a los que, en la sombra, organizan el mundo a su antojo. Oprimen y espolean pueblos y naciones bajo el yugo de la falsa competitividad, la inútil eficiencia y la ineficaz austeridad. Se encargan de, en palabras de Lordon "maltratar, bajo la enseña de la gran integración económica mundial, a los cuerpos sociales como lo ha hecho la globalización actual", concluyendo él mismo que ésta "es la manera más segura de enfurecer a la gente".
Las condiciones para el enfurecimiento están dadas y la sociedad comienza a despertar del largo letargo. De hecho, como dice Lordon: "habría material para reescribir una versión actualizada de La gran transformación de Karl Polanyi, recuperando la idea de que los cuerpos sociales atacados por el liberalismo siempre acaban reaccionando, y a veces de forma brutal, en proporción a lo que previamente han padecido y «acumulado». En este caso no se trata tanto de la descomposición individualista derivada de la mercantilización de la tierra, el trabajo y la moneda lo que podría suscitar esa reacción violenta, como del insulto repetido al principio de soberanía como elemento fundamental de la política moderna". De esto concluye que "no se puede dejar a los pueblos de forma permanente sin su soberanía, nacional u otra, porque la recuperarán por la fuerza y de una forma poco agradable a la vista."
Buena nota de ello han tomado los gobiernos imponiendo una dura represión contra cualquier movimiento -ya sea "tibio", como el 15-M, o más candente como el conflicto en las cuencas mineras del país-. Actúan los gobiernos en este caso, como no nos cansamos de repetir, como el comité ejecutivo de la clase dominante, imponiendo a rodillo el mismo mantra neoliberal que nos ha traído a la actual situación. ¿Ha vuelto el No Future ochentero o buscamos el porvenir con ciertas perspectivas de ruptura con el (des)orden establecido y de transición hacía un mañana mejor?
Es impensable concebir una situación sostenida en el tiempo en el que la brecha entre gobernantes y gobernados es tan grande. Una situación así, donde la sociedad comienza a cuestionarlo todo, es inestable por naturaleza. Cuando las instituciones carecen de legitimidad y los cuerpos sociales responden contra ellas, el cambio social, político y, necesariamente, de modelo económico es más que previsible. "La acumulación de los errores de las «élites» actuales, incapaces de ver que sus «racionalidades» a corto plazo sustentan una gigantesca irracionalidad a largo plazo es lo que nos permite que esperemos ver que este sistema se desmorona en su conjunto". No está siendo el acierto de algunos iluminados, señalando las contradicciones propias del sistema, el que está decantando la balanza a favor de la insurrección social, sino más bien al contrario, es el propio sistema el que se está encargando de mostrarle al mundo su propia naturaleza destructiva, mientras siguen forjándose los cimientos de un cambio que es a todas luces ineludible a medio plazo.
Un sistema devorador e insaciable como el capitalista es insostenible, y buena cuenta se viene dando de ello desde hace décadas por personas críticas y movimientos contestatarios. Sin embargo parece ser que quienes más se aprovechaban del funcionamiento del sistema eran aquellos que peor lo conocían y que de una manera más directa lo estaban condenando. Aquellos altos funcionarios que, destruyendo lo público -¡como gestores y responsables!- buscaban el salto a lo privado, como ya señalaban Inés Marco y Albert Sales, e iban apuntalando poco a poco este gran desmoronamiento que estamos a las puertas de contemplar. Aquellos que, con el más absoluto desprecio a la democracia y a la soberanía han vendido pueblos y naciones a precio de coste para el beneficio propio han sido los que han revelado la verdadera forma de actuar del sistema frente a la sociedad. Como dice Lordon este salto a las corporaciones privadas les ha permitido "integrarse encantados en la casta de las elites indiferenciadas de la globalización". Son ellos los que, inconscientemente, han armado a la sociedad de razones para echar abajo el muro de la opresión y poner los cimientos de otro modelo económico desde la base, tomando la sostenibilidad y la cooperación como directrices que guíen nuestros pasos.
Pero no sólo ellos, los directamente implicados, han conseguido sacar a flote toda la podredumbre y la insostenibilidad del sistema, sino que también encontramos, y Lordon así lo señala, a "aquellos colaboradores de facto como los partidos de oposición que ya no se oponen a nada o burocracias sindicales que se han convertido en expertas en perder en las arenas las cóleras populares". Aquí vuelve a replantearse la cuestión de los sujetos del cambio social, más allá de la desgastada representación de las clases trabajadoras que ejercen las organizaciones de la izquierda política y sindical o de la legitimidad decadente de las instituciones públicas que emanan del pacto social que se dio en occidente en tiempos de posguerra. Porque, según Lordon: Esto le lleva a revitalizar la militancia combativa y no enfangada en lógicas corporativas o en confrontaciones cainitas, que sólo conducen a la neutralización de la militancia permanente y honesta de tantas y tantas personas de buena voluntad. Porque: Pero en este momento de creciente indignación y rebeldía las luchas sociales se han venido organizando de forma dispersa, sin aglutinación más allá del propio movimiento, sin puntos en común o sin "polos de focalización" por usar las palabras de Lordon. En este contexto de emergencia de nuevos sujetos o segmentos de las clases trabajadoras al albor de la terciarización de la economía y de la precarización creciente en los estratos laborales subcontratados o autónomos, las organizaciones sindicales de toda índole, de la mano de los colectivos sociales y grupos disidentes, no pueden perder la oportunidad de darse a la batalla, movilizado todo un crisol de personas que estamos dispuestas a remar con convicción y perseverancia. A resistir y crear alternativas en el plano social y comunitario, sin duda, pero también en la revitalización de la política, en la articulación institucional de nuestras necesidades comunes de coordinación a gran escala. Urge, ante el panorama que nos espera y los tiempos decisivos que llegan, la consecución de acuerdos mayoritarios, de grandes acuerdos entre diferentes organizaciones y movimientos que centren su objetivo en la superación del sistema capitalista hacia otro modelo más humano, sostenible, cooperativo y solidario. Urge, por tanto, limar purismos y aplazarlos, pues el reto al que hay que hacer afrenta sólo puede ser contestado por la mayoría social organizada en torno a un programa común de respuesta social ante el capitalismo.
Esto lleva a replantear la idoniedad de las vías electoralistas. Lordon, pone para ello el ejemplo del 15-M al decir, amparándose en el articulo de Sartre, que "a todas luces los Indignados españoles sacaron a una enorme cantidad de personas a la calle... pero, ¿con qué resultado electoral? [...] los Indignados españoles salen a la calle... y se encuentran con el Partido Popular de Rajoy. Es para llorar.". Y más allá del caso español sigue mirando al futuro con la dureza del realismo combativo: Y no duda en concluir de una forma extremadamente polémica, a la que sobra todo comentario, dada su rotunda claridad:
Jon Bernat Zubiri Rey y Alejandro Quesada Solana
Rebelion
mar, 01 ene 2013 14:20 CST
Enlace a la entrevista en catellano traducida para Rebelión
Asistimos, como nunca antes, a la imposición más mezquina del capital sobre las clases trabajadores y populares. Como ya señalábamos en el editorial de ECCE de finales de mayo del 2012: "Recortar para destruir los servicios públicos básicos, reformar para despedir trabajadoras sin límites y rescatar para socializar las pérdidas del mismo sector financiero que desencadenó la crisis". Esa es la estrategia del capital que avanza sin freno alguno.Hace un tiempo encontramos una entrevista a Frédéric Lordon en La Revue des Livres, pareciéndonos sus argumentaciones muy interesantes para plantearse la actual situación depresiva, desde una economía política capaz de imaginar futuros posibles y anticiparse a los acontecimientos. Para nuestra alegría, esta entrevista fue traducida por Caty R. y Beatriz Morales Bastos para Rebelión Tomados algunos de sus párrafos, se condensa a nuestro entender buena parte de lo que la economía crítica tiene que decir en el contexto actual y, por tanto, nos proponemos hacer una breve exposición en esta reseña expansiva de dicha entrevista.
© wikipedia.org
Frédéric Lordon
La Troika, su representante institucional, oculta bajo su rostro a los que, en la sombra, organizan el mundo a su antojo. Oprimen y espolean pueblos y naciones bajo el yugo de la falsa competitividad, la inútil eficiencia y la ineficaz austeridad. Se encargan de, en palabras de Lordon "maltratar, bajo la enseña de la gran integración económica mundial, a los cuerpos sociales como lo ha hecho la globalización actual", concluyendo él mismo que ésta "es la manera más segura de enfurecer a la gente".
Las condiciones para el enfurecimiento están dadas y la sociedad comienza a despertar del largo letargo. De hecho, como dice Lordon: "habría material para reescribir una versión actualizada de La gran transformación de Karl Polanyi, recuperando la idea de que los cuerpos sociales atacados por el liberalismo siempre acaban reaccionando, y a veces de forma brutal, en proporción a lo que previamente han padecido y «acumulado». En este caso no se trata tanto de la descomposición individualista derivada de la mercantilización de la tierra, el trabajo y la moneda lo que podría suscitar esa reacción violenta, como del insulto repetido al principio de soberanía como elemento fundamental de la política moderna". De esto concluye que "no se puede dejar a los pueblos de forma permanente sin su soberanía, nacional u otra, porque la recuperarán por la fuerza y de una forma poco agradable a la vista."
Buena nota de ello han tomado los gobiernos imponiendo una dura represión contra cualquier movimiento -ya sea "tibio", como el 15-M, o más candente como el conflicto en las cuencas mineras del país-. Actúan los gobiernos en este caso, como no nos cansamos de repetir, como el comité ejecutivo de la clase dominante, imponiendo a rodillo el mismo mantra neoliberal que nos ha traído a la actual situación. ¿Ha vuelto el No Future ochentero o buscamos el porvenir con ciertas perspectivas de ruptura con el (des)orden establecido y de transición hacía un mañana mejor?
Es impensable concebir una situación sostenida en el tiempo en el que la brecha entre gobernantes y gobernados es tan grande. Una situación así, donde la sociedad comienza a cuestionarlo todo, es inestable por naturaleza. Cuando las instituciones carecen de legitimidad y los cuerpos sociales responden contra ellas, el cambio social, político y, necesariamente, de modelo económico es más que previsible. "La acumulación de los errores de las «élites» actuales, incapaces de ver que sus «racionalidades» a corto plazo sustentan una gigantesca irracionalidad a largo plazo es lo que nos permite que esperemos ver que este sistema se desmorona en su conjunto". No está siendo el acierto de algunos iluminados, señalando las contradicciones propias del sistema, el que está decantando la balanza a favor de la insurrección social, sino más bien al contrario, es el propio sistema el que se está encargando de mostrarle al mundo su propia naturaleza destructiva, mientras siguen forjándose los cimientos de un cambio que es a todas luces ineludible a medio plazo.
Un sistema devorador e insaciable como el capitalista es insostenible, y buena cuenta se viene dando de ello desde hace décadas por personas críticas y movimientos contestatarios. Sin embargo parece ser que quienes más se aprovechaban del funcionamiento del sistema eran aquellos que peor lo conocían y que de una manera más directa lo estaban condenando. Aquellos altos funcionarios que, destruyendo lo público -¡como gestores y responsables!- buscaban el salto a lo privado, como ya señalaban Inés Marco y Albert Sales, e iban apuntalando poco a poco este gran desmoronamiento que estamos a las puertas de contemplar. Aquellos que, con el más absoluto desprecio a la democracia y a la soberanía han vendido pueblos y naciones a precio de coste para el beneficio propio han sido los que han revelado la verdadera forma de actuar del sistema frente a la sociedad. Como dice Lordon este salto a las corporaciones privadas les ha permitido "integrarse encantados en la casta de las elites indiferenciadas de la globalización". Son ellos los que, inconscientemente, han armado a la sociedad de razones para echar abajo el muro de la opresión y poner los cimientos de otro modelo económico desde la base, tomando la sostenibilidad y la cooperación como directrices que guíen nuestros pasos.
Pero no sólo ellos, los directamente implicados, han conseguido sacar a flote toda la podredumbre y la insostenibilidad del sistema, sino que también encontramos, y Lordon así lo señala, a "aquellos colaboradores de facto como los partidos de oposición que ya no se oponen a nada o burocracias sindicales que se han convertido en expertas en perder en las arenas las cóleras populares". Aquí vuelve a replantearse la cuestión de los sujetos del cambio social, más allá de la desgastada representación de las clases trabajadoras que ejercen las organizaciones de la izquierda política y sindical o de la legitimidad decadente de las instituciones públicas que emanan del pacto social que se dio en occidente en tiempos de posguerra. Porque, según Lordon: Esto le lleva a revitalizar la militancia combativa y no enfangada en lógicas corporativas o en confrontaciones cainitas, que sólo conducen a la neutralización de la militancia permanente y honesta de tantas y tantas personas de buena voluntad. Porque: Pero en este momento de creciente indignación y rebeldía las luchas sociales se han venido organizando de forma dispersa, sin aglutinación más allá del propio movimiento, sin puntos en común o sin "polos de focalización" por usar las palabras de Lordon. En este contexto de emergencia de nuevos sujetos o segmentos de las clases trabajadoras al albor de la terciarización de la economía y de la precarización creciente en los estratos laborales subcontratados o autónomos, las organizaciones sindicales de toda índole, de la mano de los colectivos sociales y grupos disidentes, no pueden perder la oportunidad de darse a la batalla, movilizado todo un crisol de personas que estamos dispuestas a remar con convicción y perseverancia. A resistir y crear alternativas en el plano social y comunitario, sin duda, pero también en la revitalización de la política, en la articulación institucional de nuestras necesidades comunes de coordinación a gran escala. Urge, ante el panorama que nos espera y los tiempos decisivos que llegan, la consecución de acuerdos mayoritarios, de grandes acuerdos entre diferentes organizaciones y movimientos que centren su objetivo en la superación del sistema capitalista hacia otro modelo más humano, sostenible, cooperativo y solidario. Urge, por tanto, limar purismos y aplazarlos, pues el reto al que hay que hacer afrenta sólo puede ser contestado por la mayoría social organizada en torno a un programa común de respuesta social ante el capitalismo.
Esto lleva a replantear la idoniedad de las vías electoralistas. Lordon, pone para ello el ejemplo del 15-M al decir, amparándose en el articulo de Sartre, que "a todas luces los Indignados españoles sacaron a una enorme cantidad de personas a la calle... pero, ¿con qué resultado electoral? [...] los Indignados españoles salen a la calle... y se encuentran con el Partido Popular de Rajoy. Es para llorar.". Y más allá del caso español sigue mirando al futuro con la dureza del realismo combativo: Y no duda en concluir de una forma extremadamente polémica, a la que sobra todo comentario, dada su rotunda claridad:
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